Las imágenes permanecen en nuestra retina. Un granjero que jamás ha recibido entrenamiento militar consigue acertar con dos bombas de protones en un agujero de apenas un metro de diámetro, el único punto débil de la mayor arma de guerra jamás construida. Y lo hace en una nave con los comandos averiados y la única ayuda de unas voces que dice escuchar. Durante años, esta ha sido la versión oficial.
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