Éramos jóvenes y atrevidos. Bueno, igual ni tan jóvenes ni tan atrevidos. Pero sí lo suficiente para creer que una serie tan loca como la que estábamos pariendo podía tener un sitio en la televisión de este país. No era fácil, pero podía. Al fin y al cabo, vale que era complicado complacer a todos los targets de edad (esa obsesión del directivo de TV español) pero teníamos la manera y vale que los temas a tratar iban a tener un trasfondo duro, pero con la comedia pensábamos que podría entrar bien en cada casa. Así que allá fuimos.
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