Un historiador de la ULL desvela que los agentes acusados del asesinato del estudiante Bartolomé García durante las revueltas de 1976 fueron ascendidos. Los vecinos pensaban que aquel ametrallamiento a bocajarro –más de 30 casquillos de bala se encontraron en el lugar– era una forma criminal de amedrentar a los líderes sindicales y políticos que habían convertido a Somosierra y García Escámez en el epicentro de la lucha contra la desigualdad y los estertores de la dictadura franquista. Esto desató una avalancha de movilizaciones en toda la isla
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