La mayor parte de los ingresos que declaran las rentas altas en el IRPF procede del ahorro y solo el 28% del trabajo. Ello beneficia a estos contribuyentes ya que los ingresos derivados del ahorro tributan al 19% o el 21%, mientras que los asalariados pueden llegar a pagar hasta un 45%. De hecho, los contribuyentes que declaran más de 600.000 euros tributan a un tipo efectivo menor que, por ejemplo, aquellos que ganan 78.000 euros.
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