Soledad, su marido Cecilio y sus dos hijos se mudaron al piso, propiedad del Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA), cuando ella comenzó a trabajar cuidando a la persona mayor entonces adjudicataria de la vivienda. Cuando esta persona falleció, en octubre de 1996, continuaron habitando la casa, con el beneplácito del IVIMA y pagando el alquiler a nombre de la persona fallecida hasta 2008, fecha en la que el IVIMA dejó de pasarles los recibos. Desde 1996 se han hecho cargo de los gastos de comunidad y servicios comunes...
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