Bajar a la planta de abajo es como bajar a los nueve círculos del infierno. Cada sección se convierte en el lugar de castigo para los pecadores-compradores. No es extraño (admitidlo, todos lo habéis visto) encontrar a novios discutiendo, madres riñendo a los hijos, gritos de “¡Voy a matar a mi hija!” como los que escuché esta tarde. En cualquier pasillo hay carros chocando y gente desorientada que no sabe por dónde salir. Son almas desamparadas que se arriesgan, sin saberlo, a vagar por este purgatorio de por vida.
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