Hoy mismo he leído una ácida crítica a los catalanes y su manía de llamar Saragossa a Zaragoza. La traducción o no de los nombres propios de ciertos personajes así como los topónimos, es una cuestión que queda contemplada lingüísitcamente tanto en el español como en el catalán, no coincidiendo exacatamente en sus criterios. Quien quiera ver otra razón que no sea de tipo lingüísitico, es muy libre de hacerlo, aunque, evidentmente, anda muy equivocado.
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