El internauta pirata considera indiscutible su derecho a ser pagado por su trabajo, pero, ¡oh paradoja!, considera igualmente indiscutible apoderarse, sin pagar por ello, del trabajo ajeno en nombre de la libertad [...] En nuestros días, el internauta pirata, ordenador en mano, se apropia del trabajo ajeno para su entretenimiento [...] Los artistas a los que se roba su trabajo y la industria cultural que gestiona y explota sus derechos [...] "¡Oh, Libertad, cuántas tropelías se cometen en tu nombre!". Sin palabras.
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