Es de esperar que cuando llegaron al nordeste de nuestra Península aquellos tipos rudos y malencarados,no fueran del todo mudos, por lo que es probable que sufrieran una imposición lingüística, que en modo alguno sería la primera que se diera en estas tierras, pero si la primera cuyos resultados nos son hoy conocidos. De suerte que aquellos invasores, ignorantes de que llegarían a ser denominados Íberos y a ser considerados pobladores legítimos de los territorios ocupados, realizaron con el tiempo la primera “normalización” lingüística.
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