En esta vida he dicho muchas estupideces de las que estoy arrepentido, pero una a la que le tengo especial cariño por la vergüenza que me produce ahora al recordarla, es aquella que solté la primera vez que pisé un gimnasio: “Quiero ponerme fuerte, con más volumen, pero ¡ojo! No como Schwarzenegger ¿eh?”. Esta frase es el resumen perfecto de una serie de prejuicios, los cuales, guardan una similitud grande con aquellos que tenemos, también, a la hora de tratar la inteligencia.
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