Antes del smartwatch, solo usaban reloj los que sentían la necesidad de expresar que podían gastar mucho dinero en tecnología sin utilidad práctica: saber qué hora es. La hora ya está en el móvil desde hace mucho –entre una docena de lugares a nuestro alrededor-. Pero llegó el smartwatch, y por alguna razón sus propietarios sienten la necesidad de decir que es útil. Que no. Tampoco. Dejadlo.
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