Alguien dijo que los trabajos que ensucian el alma siempre reciben mejor salario que los que ensucian el cuerpo. Encerrada en fase cero, me ha dado por pensar en la causalidad de ese proceso, en Julio Anguita y su pensión de maestro, en si es antes el dinero o la suciedad. Que siempre habrá alguien, como Julio, que tendrá el coraje de decir “no”, mientras los demás jalean el traje nuevo del emperador; alguien orgulloso de tantos y tantos que, durante su breve paso por este planeta errante, fueron capaces de escuchar, de sentir, de pensar,...
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