La prueba científica de la bondad es que a uno del Sporting lo queramos muchos del Oviedo. Manolo Preciado conectaba con la pasión tan por dentro que nos desbarató la rivalidad y las ganas de ver al enemigo ahogarse en el Piles las noches de domingo. Su éxito (el del Sporting) nunca fue nuestro fracaso (el del Real Oviedo). Recuerdo que después de la entrevista me contaba las ganas que tenía de vivir un derbi, de que subiéramos a Primera. "Eso hará feliz a esta tierra", decía el bandido de él.
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