Un juez y su esposa se denuncian mutuamente por agresiones. Algo curioso, porque el acusado ostenta ese cargo público, y por ello las imágenes televisadas dejan ver a su señoría acudiendo al juzgado con la compañía de su letrado, pero libre como un pájaro. Samuel, un espectador asiste atónito: A él lo condujeron al juzgado dos guardias civiles, esposado, y a su abogado de oficio lo conoció allí mismo. Era presunto maltratador y ella, presunta víctima, hasta que él no demostrara lo contrario. Así lo disponía la ley.
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