Como vio en mi rostro esa expresión de “uhmm, un poquito caro”, para arreglarlo me dijo lo siguiente: “Bueno, son 210 euros, pero si quieres te puedo quitar el IVA y así te sale más barato.” Noté que no fue una frase improvisada, sino que estaba muy acostumbrado a decirla. Me callé durante unos segundos, le miré a los ojos y le contesté que sí, que me lo llevaba pero que quería factura. Le dije que se había encontrado con el único tonto de España que quería pagar el IVA.
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