Se sabe que hay trabajos que requieren de una gran cuota de sacrificio. Otros, en cambio, proporcionan grandes satisfacciones a quienes los realizan. El ser astronauta acaba de ser incluido dentro de este último grupo, gracias a la publicación de un libro en el que se revela como los astronautas estadounidenses y sus colegas rusos practicaron sexo en el espacio para determinar cuáles eran las posturas sexuales más adecuadas para un entorno de gravedad cero.
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