Lo del periódico era un asunto muy serio. La lectura se establecía por un orden no sé si jerárquico, pero muy estricto. Comenzaba mi padre, le seguía mi hermano mayor y luego mi hermana, que era mayor que mi hermano, pero tenía que soportar las enquistadas ventajas masculinas. Mi madre, eficaz y brillante, aprovechaba los escasos momentos libres. Yo me moría por leer las páginas de deportes, pero era el último mono. Esquivaba el problema como podía. Muy pronto hice una oferta que nadie rechazó, aunque conspiraba contra mi pereza.
|
etiquetas: santiago segurola , periodista