Existen personas en el mundo que dedican horas y horas de esfuerzo para acabar llevándose los retales económicos de una beneficiosa producción para el patrón y empresario. Mientras tanto, las trabajadoras del texil (mayores y menores de edad) restan enteros a su calidad de vida, protección social, atención sanitaria para acabar compartiendo, en el mejor de los casos, una vivienda de 20 metros cuadrados y recibir, a final de mes, 200 euros al cambio.
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