Se ha invitado a opinar a 17 personas, la mayoría del entorno del Palau, que se expresan a título individual. Del conjunto de estas opiniones se desprenden ideas como que en la era Millet predominaba la voluntad de negocio sobre los objetivos culturales, y que estos podrían haber sido mucho más ambiciosos de haberse hecho una apuesta financiera por ellos. No sólo el Palau podría haber tenido una programación de relumbrón, sino que podría haber cumplido con su función de servir de altavoz de la producción musical catalana.
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