La SER me ha comunicado su decisión de prescindir de mi colaboración en Hora 25. Sería fácil culpar al malvado Cebrián, declararme represaliado por mi ideología de izquierdas o presentarme como una víctima más de una libertad de expresión en retroceso en España. Pero, aunque alguna de esas descripciones fuese cierta, el cuadro no debe ser pintado con brocha gorda.
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