A finales de 1700 como muchos huérfanos, una niña recién nacida fue abandonada a las puertas de La Casa de Pobres de Newton Abbot. Como era costumbre se la dio un nombre común que empezara por la letra que en ese momento tocaba, en este caso la "J". Buscando un nombre se la llamo "Jay" y como en el argot de la época también así se las llamaba a las prostitutas se le añadió el nombre de Mary.
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