Los tebeos se han alimentado con frecuencia de parodiar otros personajes de ficción. Por ejemplo, Groonan el vagabundo, de Sergio Aragonés, es una versión desternillante, salvaje y descerebrada de Conan. Los agentes del estilo de James Bond han tenido su réplica en Anacleto, agente secreto, de Vázquez, o en Mortadelo y Filemón, de Ibáñez. Realizar una versión humorística de Superman, el superhéroe del cómic por excelencia, parecía caer por su propio peso. Y Jan se aventuró en esta empresa con Superlópez.
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