Para dos inmigrantes en situación irregular con familias a las que alimentar en su país, implicarse de noche en un altercado tan violento suponía y supone un riesgo evidente. Porque a ellos también podían pegarles, claro, pero también porque no tenían papeles, con todo lo que eso supone. Aun así, ninguno de los dos lo dudó. Fueron los únicos de entre todos los testigos de la paliza que intentaron socorrer a Samuel.
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