Muchos encuentran fascinante el vuelo en círculos de las semillas del arce, y ahora un equipo de científicos neerlandeses y estadounidenses ha arrojado luz sobre este verdadero enigma de la aerodinámica: de qué manera el giro de las semillas sobre sí mismas les aporta más sustentación y, por tanto, les permite volar a mayor distancia y depositarse en el suelo con suavidad. Los resultados de su estudio resaltan la forma en la que el desarrollo evolutivo ha capacitado a plantas y animales para perfeccionar sus técnicas de vuelo.
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