A muchos, esta afirmación se le antojará una perogrullada a estas alturas, pero parece que no hay forma de que se le meta en la mollera a algunos aspirantes a dictadorzuelos de su barrio. La frase se puede leer en la sentencia que suspende el castigo que el Ayuntamiento de Motril, Granada, le encasquetó a un bombero a modo de venganza. Fue la respuesta del consistorio a un texto publicado en 2018 en la revista El Batracio Amarillo en una sección titulada “El Termómetro”, firmada por Javier Martín.
|
etiquetas: sátir , crítica , derecho a la libertad de expresión , batracio amarillo