Ni el trauma social del confinamiento, ni las duras consecuencias de una crisis que se augura devastadora parecen amansar las tensas relaciones entre el Gobierno y el PP. El Ejecutivo ya no habla de "Pactos de la Moncloa" pero, más allá de las marcas concretas, sigue determinado a tejer un consenso global para reconstruir el país tras la pandemia. No hay pistas que indiquen que el plan vaya a prosperar. Más bien lo contrario, a tenor del enésimo desencuentro que llega incluso antes de que Pedro Sánchez y Pablo Casado se pongan al teléfono.
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