El destino guardaba para Rick Phelps una maldición y un regalo. La primera fue quitarle la memoria con un Alzheimer precoz que disuelve poco a poco todo su mundo.Se lo detectaron en 2010 a los 59 años. A cambio, le mandaría un compañero para ayudarle. Nadie se imaginaba que fuera un pastor alemán que se llama Sam, que tiene 14 meses y que se ha convertido en una suerte de ángel de la guarda peludo.
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