La vida del fundador de la empresa de prótesis PIP parece la del malo de un culebrón. El francés Jean-Claude Mas comenzó su carrera vendiendo coñac y salchichones y terminó construyendo un imperio gracias a sus implantes defectuosos y su falta de escrúpulos. "Sabía que el gel de silicona no estaba homologado", confesó antes de huir de la justicia, "pero lo hice porque era más barato". Los implantes están siendo retirados en todo el mundo por sus riesgos para la salud.
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