La puerta de la Basílica es uno de los puntos más buscados de la ciudad para pedir limosna y, al mismo tiempo, uno de los más vigilados, tanto por la Policía Local como por los sacristanes del santuario. Sin embargo, desde hace un par de años el control ha dejado paso al "acoso" de uno de estos ayudantes sacerdotales, quien, según fuentes municipales, se ha convertido en el azote de los mendigos que se instalan a la salida del templo. "Todas las semanas llama varias veces a los agentes para que echen a los mendigos de la plaza de la Virgen..."
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