El Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad revisa el fenómeno musical y social que proyectó Valencia al exterior. 50.000 personas llegaban a recorrer la carretera que discurre paralela al mar entre Valencia y la población arrocera de Sueca durante un fin de semana. Iban en busca de fiesta, de bakalao. Acudían al reclamo de la versión más popular y comercial de una ruta en la que los sonidos más asequibles y maquineros ya se habían impuesto en las pistas de baile sobre las múltiples posibilidades de la música electrónica.
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