“Cuando va a un restaurante en el extranjero y mira el menú, ve que el borsch es presentado como una sopa rusa. Cuando lo supe, entendí que hay que protegerlo, porque no se trata de comida, se trata del código cultural de una nación”, dice a Efe Evgueni Klopotenko, experto culinario y autor del proyecto Cult Food. Klopotenko lamenta que un plato tan antiguo como el borsch “no haya sido considerado oficialmente como ucraniano ni una sola vez”.
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