El complejo estará terminado en 2012. Los rusos llevan presionando desde mediados de los noventa para que la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) certifique la idea, y en enero pasado, Atomenergoprom probó que sus planes, esta vez, van en serio. Los ecologistas denuncian la amenaza de contaminación radiológica porque creen que es imposible controlar la explotación en el mar. Las ONG creen que la central flotante puede ser un blanco fácil para ataques.
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