Según publica El Mundo, tras declarar el estado de alarma el 4 de diciembre, Rubalcaba echó mano del CNI y de sus agentes para saber, de manera puntual, cada uno de los movimientos y contactos de los líderes de USCA. Los dirigentes del sindicato USCA ante la sospecha de que podían ser escuchados o interceptados, dejaron de utilizar sus propios móviles y adquirieron otros teléfonos de tarjeta prepago.
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