Si Rouco fuera un imbécil, hoy deberíamos simplemente mofarnos de su declaración de ayer: para superar la crisis apeló a una conversión "ético-moral y espiritual" y a una "conversión de las conciencias". Ni reforma laboral, ni recuperación de lo público, ni huelga general, ni gaitas: Rouco apela a la conversión sotanera. Y nos podríamos tirar al suelo a reírnos si no estuviéramos ante un directivo de la organización que mejor ha sabido adaptarse y dominar sociedades con un discurso filosófico-moral.
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