Si no fuera porque sus habitantes van vestidos de verde y caqui y porque hay que pedir permiso para entrar, la base militar de Rota, en Cádiz, parecería un pueblo cualquiera... de EE UU. Con sus Kentucky Fried Chicken, sus heladerías Baskin Robbins, su autocine, sus partidos de béisbol. Con sus niños jugando al baloncesto. Con su bolera y su campo de golf. Con su hospital, su iglesia y sus chalés pareados y barbacoas.
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