Mientras algunos nos obsesionamos con el diseño, las prestaciones, las cualidades dinámicas o los interiores de nuestros vehículos, otros aficionados sólo se sienten atraídos por la capacidad de emitir decibelios de los equipos de sonido de sus coches. No es que les importe la calidad de la música o lo bien que suene el equipo, no. En lugares como Estados Unidos existen competiciones de sonido puro y duro, en las que se buscan las discotecas móviles más ruidosas. La locura por hacer más ruido que el vecino llega a extremos insospechados.
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