Si hay una regla absolutamente sagrada en Estados Unidos es que “la política se acaba al llegar a la costa” (politics end at the shore). Los candidatos y legisladores americanos pueden enviarse a parir con todo el entusiasmo que quieran mientras estén dentro de las fronteras del país, pero en el momento en que salen fuera de la Unión no hay lugar para críticas. Yo creía que esta costumbre bicentenaria era bien conocida, pero me parece que estaba equivocado. Desde luego, nadie parece haberle explicado todo este asunto a Mitt Romney.
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