"Hasta hace dos años cobraba 1.200 euros, vivía de forma independiente, en mi propia casa... pero llegó un recorte de horas", cuenta esta joven de 25 años. Los 1.200 euros mensuales que ganaba como cajera se convirtieron en 350 y tuvo que mudarse a la casa de sus tíos para poder sobrevivir. "Me siento atada de pies y manos, además de engañada por todo el esfuerzo que he dedicado a mi trabajo"...
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