A la hora de construir inteligencias artificiales, el hombre goza de mucha mayor libertad que la que tuvo la Naturaleza cuando “construyó” a al ser humano. Pueden estar absolutamente liberadas de las restricciones y limitaciones de la organización mental humana. Incluso podrían hasta no tener referencia alguna con lo natural, con lo ya existente. Desafortunadamente, es probable que para que el androide desarrolle una inteligencia parecida a la del Hombre necesite algunas de sus supuestas “debilidades”, como el egoísmo y la ambición.
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