La mayoría de las tapas son de alcantarillado, pero también las hay de luz, telefonía y gas. La mayoría de las tapas sustraídas acaban en las chatarrerías ilegales. Allí se paga entre 9 y 19 céntimos de euro el hierro, según la pureza del mismo. De este modo, los cacos pueden conseguir unos ocho euros por una tapa de unos 50 kilos de peso. Su elevado peso hace que los ladrones suelan actuar en grupo y en un barrio completo con algún vehículo o furgoneta para depositar el material. Utilizan un fuerte gancho de hierro para llevarse la tapa.
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