Las figuras del inquisidor público y del banquero sin escrúpulos suelen protagonizar el último acto de las grandes crisis, el eco de los discursos se apaga, la realidad aflora de improviso y se masca la tragedia. El tono de la prensa durante la Depresión era parecido al de los e-mails que circulan por Internet sobre las indemnizaciones y pensiones aprobadas en algunas cajas. En la revista ‘Nation’ se podía leer: «Si robas 25 dólares, eres un ladrón. Si robas 250.000 dólares eres un malversador. Si robas 2.500.000 dólares, eres un financiero».
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