Viene bien recordar, a cuento de Riña de gatos, la conocida idea de Ramón María del Valle-Inclán según la cual un escritor puede adoptar tres posturas acerca del mundo: “de rodillas, en pie o levantado en el aire”. La tercera lo coloca por encima y como distante de su materia e implica “un punto de ironía”. Desde esta última óptica describe el narrador omnisciente de la nueva novela de Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), a quien podríamos incluso identificar con el propio autor, la vida madrileña en marzo de 1936...
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