Aun merodean en mi cabeza las palabras de cierto político que cobrando seis veces el salario mínimo reconocía que pasaba dificultades económicas. Aun me escuecen los ojos de ver como uno de los jugadores de fútbol más idolatrados de estos momentos decía que estaba triste porque no se sentía querido. Aun resuenan en mis tímpanos las agrias palabras de una famosa cantante que decía que se sentía decepcionada con sus fans tras haber vendido un quince por ciento menos de su último súper ventas mundial.
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