Inevitablemente, los ojos estarán puestos en la manera en que aborde la difícil situación de don Juan Carlos, que ha empañado el papel de la propia institución con el goteo de informaciones sobre su situación fiscal, su marcha a Emiratos Árabes y su amago de regreso por Navidad. Y seis años después de su primer discurso, el Rey deberá decidir cómo referirse de nuevo a la corrupción que afecta no solo varios miembros de su familia, sino al que fuera jefe del Estado durante casi 40 años.
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