Durante siglos, la estructura poblacional de los países europeos y asiáticos se mantuvo estable gracias a un equilibrio, por aquel entonces, incólume: muchísimos nacimientos y muchísimos fallecimientos. Los avances científicos y la posterior revolución industrial invirtieron el sino de la historia en Europa. mientras países como Polonia o Reino Unido tardaron más de noventa años en reducir a la mitad la tasa de fertilidad (de seis hijos a tres por mujer), otros como Bangladesh o Irán han tardado una décima parte en conseguirlo.
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