Ya había asomado la patita en Telecinco, pero de un tiempo a esta parte se ha convertido en un fijo de laSexta noche. Desde esa atalaya catódica, el amigo Revilla nos lanza unas filípicas aguerridas, de recién llegado, sorprendentes para quien lleva 35 años subido a la cosa pública.Pero, entre nosotros, basta rascar un poco para darse cuenta de que las Revillanomics no dejan de ser un ejercicio de hipocresia máxima. Y es que el representante del revillato adolece de una memoria de pez.
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