El castellano es un condominio de los 21 países que lo reconocen como lengua (co)oficial de facto o de iure y que tienen idéntico derecho a obtener beneficio de lo que pueda dar de sí el idioma. La expansión de este mercado va de la mano del chovinismo, del imperialismo y del nacionalismo unitarista, en detrimento de otros pueblos, de sus derechos y de sus culturas. Los réditos que rinde van mayoritariamente a manos de los intelectuales orgánicos que dirigen el I. Cervantes y sus sedes, y de cuadros y accionistas de empresas como Telefónica.
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