El problema era simple en apariencia, como también lo fue la solución: la mezquita era tan pequeña que en ella no cabían todos los musulmanes que querían rezar entre sus paredes. Así que un reverendo que los vio hizo lo más cristiano que pudo y les ofreció refugio en la parroquia, aledaña a la mezquita, de la que es rector.Ahora, un centenar de musulmanes rezan cinco veces cada viernes en la parroquia de St. John's, en Aberdeen, Escocia
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