Las sociedades generan personas extremadamente ricas y otras pobres de solemnidad. Este hecho, no responde a ninguna ley natural a la que no se pueda oponer resistencia. La pobreza es el resultado, unas veces indirecto, otras, no tanto, de decisiones que toman personas (a veces, muy pocas) de carne y hueso. Como asegurar a un grupo el salario de por vida, como condenar a otros a la más absoluta inseguridad laboral, como permitir que unos pocos acumulen fortunas fantásticas o como asignar una partida de los Presupuestos Generales a la Casa Real.
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