El cuñadismo es un concepto que no me gusta porque últimamente dice bastante de la ignorancia o la intransigencia de quien lo usa contra otros, más que de los problemas de a quien el epíteto va dirigido. Por eso lo empleo hoy por primera (creo) y última vez, pero solo contra mí mismo. Hoy, lo confieso, he sido un cuñado por un rato. Lo digo para mostrar que en realidad todos podemos caer en la misma trampa, y que la inmediatez de la información y del comentario que nos facilita internet hace posible tanto entramparnos como librarnos.
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